sábado, 10 de abril de 2010

El día que España quedó inmóvil

Hace meses que se intuía. Se hacía difícil ver donde podían pinchar los dos grandes de la Liga española, convertida este año en una versión forrada a esteroides de la Liga escocesa. La diferencia entre Barça, Madrid y el resto de la Liga BBVA es tan grande que la clasificación parece un combate entre Godzilla y Mazinger Z en medio de un cementerio nuclear. A falta de ocho jornadas cuentan con 77 puntos con todavía 24 por disputarse. En 2007 el Real Madrid fue campeón con 76 a final de año y en 2003 con 78. El Valencia se llevó el título con 75 en 2004 y el Depor sólo necesitó 69 puntos en 2000. Guardiola dijo que era una puta barbaridad y no le faltaba razón. Se veía venir que la balanza sólo se podía desequilibrar en los duelos directos y el clásico del Bernabéu marcará y mucho la recta final de la Liga, pero con todavía 21 puntos en juego difícilmente se puede decir que el vencedor del partido ya será campeón y más cuando el Madrid tiene que recibir al Valencia o visitar al Mallorca y el Barça viajar a Sevilla y disputar el derbi contra el Espanyol en Cornellà.

Lo cierto es que desde el partido del Camp Nou el Madrid ha dado la sensación de mayor solidez, y en tramos de enero y febrero parecía capaz de pasar por encima del Barça en un duelo directo y tras la remontada frente al Sevilla los de Pellegrini parecían casi invencibles. Pero la imbatibilidad merengue no duró ni noventa minutos. La eliminación frente al Lyon ha caído sobre el Bernabéu como una bomba fétida, enrareciendo el ambiente y convirtiendo a Pellegrini en el blanco de todos los pim-pam-pums que tenían que llenar páginas de diarios y horas de televisión o radio en las largas semanas sin partidos, agenciando al chileno todos los errores del Madrid y los aciertos a jugadores bajo ese extraño régimen mediático por el que todos los problemas del club blanco tienen que quedar bien lejos del Ser Superior. Además el equipo ha dado mayor sensación de debilidad, dejando que el Sporting de Gijón o el Atlético de Madrid estuvieran a punto de darles un susto en su propia casa. En cambio el Barça, con la llegada de la Champions, ha recuperado el juego perdido en los últimos meses. Liderado por un Messi absolutamente estelar, el Barça ha asustado a media Europa tras vapulear al tercer clasificado de la Premier League (que allí sí está con opciones de ser campeón, a sólo tres puntos del líder, el Chelsea). Los de Guardiola parecen estar en su mejor momento desde que se proclamaron campeones de todo lo ganable. Así, se ha instalado la sensación de que el Barça puede poco más o menos que repetir el roto que le hizo a los blancosel año pasado. Sin embargo, como bien dice el maestro Segurola en Marca, el Madrid merece más respeto. Tiene mejores jugadores que el año pasado y, sobre todo, una defensa muchísimo más sólida. El Barça tendrá que estar a su mejor nivel para poder ganar.

Con todo el Madrid tiene más que perder que ganar. Sólo le vale la victoria mientras que el Barça con un empate se volvería a casa con la ventaja del gol average. Eliminados de la Copa del Rey por un Segunda B y fuera a primeras de cambio de una Champions League que sentían suya por jugarse la final en el Bernabéu, una derrota frente al Barça podría desencadenar la tormenta perfecta en el madridismo. Se complicaría seriamente el único título al que opta mientras ve como el máximo rival está a sólo tres partidos de poder levantar la Champions su casa. Todo tras gastarse 250 millones de euros en reforzar la plantilla. El barcelonismo, con todo el crédito ganado por el equipo la temporada pasada y con la posibilidad de ganar su cuarta Champions no acusaría tanto una derrota. Tras el duelo no tendremos campeón, pero sí una buena pista de quién lo será de aquí a ocho jornadas.

Con todos estos ingredientes, mañana se juega el partido que ha creado más expectativas en mucho tiempo. Barça y Madrid empatados a puntos; Messi, Cristiano Ronaldo; un Real Madrid galáctico que se juega todo a la carta de la Liga, un Barça en disposición de ganar la Champions en santuario blanco; un Casillas en uno de los peores momentos de su carrera, un Valdés grande como nunca; un Iniesta deshinchado, un Xabi Alonso creciente; Pellegrini bajo la Espada de Damócles, el intocable gurú Guardiola... Mañana será el día que España quedará inmóvil. Como para que queden 0-0 en un partido aburrido.

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