domingo, 23 de agosto de 2009

Antichrist: Quiero transgredir pero no llego

Cuando una película pretende ser trasgresora a base de mostrar explícitamente animales con malformaciones, mutilaciones genitales o eyaculaciones ensangrentadas, lo peor que le puede pasar es que el espectador salga de la sala con ganas de ir a meterse un gofre entre pecho y espalda. Eso es exactamente lo que me sucedió.

Antichrist es la última gamberrada del niño travieso de Dinamarca, Lars Von Trier. Narra la historia de una pareja, Willem Dafoe y Charlotte Gainsbourg, cuyo hijo muere tras caer por la ventana mientras ellos echaban un buen polvete. Este suceso afecta profundamente a ella, lógico, por lo que la pareja decide ir a pasar una temporada a una apartada cabaña en los bosques para tratar de curar sus heridas psicológicas. Pero ocurre todo lo contrario: sus males se agravan hasta llegar a puntos similares a los de Jack Torrance en El Resplandor. La historia, sin ser nada realmente nuevo bajo el Sol, es interesante, los personajes están maravillosamente interpretados por la pareja protagonista.

El prólogo nos narra, pasándose por el arco del triunfo todos y cada uno de los puntos del cine Dogma, la muerte de la criatura. Un glorioso blanco y negro tremendamente contrastado, cámara lenta y un primer plano de la huevada de Willem Dafoe internándose en Charlotte Gainsbourg al ritmo de la música de Haendel –por momentos la secuencia parece un anuncio de Dolce Gabbana- son toda una declaración de intenciones de Lars Von Trier. La fotografía de Antichrist es espectacular, con colores muy apagados y fríos y una cámara en mano por momentos muy nerviosa.

Hasta aquí muy bien, pero a Von Trier se le va la mano, probablemente a posta, a la hora de mostrar imágenes explícitas. Algunos planos de los diversos polvos de la película son dignos de Canal+ en un viernes por la noche, que se combinan con algún momento puramente gore, como la ya famosa ablación de clítoris en primer plano. No es que todos estos momentos no estén justificados por la historia, lo están y mucho. Lo que no está tan claro es la necesidad de hacerlo en primer plano, porque impresionar no impresionan más que si esto hubiera ocurrido fuera de la pantalla o de una manera menos evidente. Michael Haneke ya demostró en La Pianista que una mutilación genital sin mostrar nada puede causar mareos. El primer plano de Von Trier causa mucho asco, y por eso no logra impresionar tanto.

A Von Trier le pierde el afán de protagonismo. El problema es que su intento de trasgresión es demasiado fácil. Enseña una polla ¿y qué? El danés es un director con un talento inmenso y el problema es que lo sabe, que se gusta y que a veces quiere que se hable más de él que de sus películas. Dicen que Plutón no tiene el tamaño suficiente para considerarse un planeta pero, si el ego fuera redondo seguramente Lars Von Trier sería un mundo habitado y todo.

El gran defecto de Antichrist es que al salir del cine la gente no está pensando en la dura evolución psicológica de los protagonistas, que es lo que realmente debería importar, sino en las tres o cuatro escenas explícitas de la película. Algo curioso, por decirlo de alguna manera, en un director que en su momento firmó un manifiesto en el que afirmaba que las películas no deben “contener ninguna acción superficial”. Es una lástima que Lars Von Trier haya eclipsado la profundidad de la psicología de los personajes con cuatro planos efectistas, algo que durante mucho tiempo el criticó con dureza, cayendo en la transgresión fácil, inútil y tonta.

Y para acabar la andanada de hostias al director danés, el mejor retrato que le han hecho, by Muchachada Nui:

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