domingo, 7 de junio de 2009

Cuidado, puede que lo que está leyendo no sea verdad

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Bueno, tía, me bajo en esta parada. Te llamo luego y seguimos hablando– le decía una adolescente a otra poco antes de llegar a la parada de Universitat del metro de Barcelona.
–No, no, que ya no voy a usar más el móvil– le contestó la otra chica.
–¿Pero qué dices, tía?– se sorprendió su compañera –¿Tanto has gastado? ¿Te han echado bronca tus padres?
–¡No, no! ¡tía! ¿No viste las noticias ayer? Se ve que los móviles tienen unas radiaciones raras o algo así… ¡se hacían palomitas de maíz poniéndolas entre cuatro teléfonos!

El 14 de junio de 2008, Antena 3 emitió en su edición de las tres de la tarde un vídeo que llevaba unos días circulando por Internet. En él se podía ver como un grupo de personas hacía palomitas de maíz poniendo el grano entre cuatro teléfonos móviles y llamando. Al cabo de unos segundos el copo de maíz se convertía en una perfecta palomita dispuesta a ser devorada en cualquier sala de cine. En menos de una semana había tres vídeos en YouTube con el mismo experimento, dos versiones americana y una japonesa. Rodados sin cortes, con una estética casera y en el que se podía oír a los participantes apostando por si el experimento funcionaría o no, superaban el millón de visitas.

Sin embargo todo era mentira. Era parte de una campaña de márqueting viral realizada por una empresa llamada CardoSystems, especializada en auriculares bluetooth para móviles

Con la llegada de Internet se ha multiplicado el flujo de información, y también el de los bulos. Cada día se envían miles de correos electrónicos avisando que Hotmail convertirá el Messenger en un servicio de pago, sobre virus que borran todo el contenido de tu disco duro o métodos para ganar dinero fácil. Sin embargo, la historia de los bulos posiblemente sea tan antigua como lo es el ser humano, ya sea para buscar el poder o por pura o simple diversión.

Montajes medievales
Aunque la historia de las farsas es mucho más antigua, los primeros bulos a gran escala de los que se tiene constancia son de la edad media. Hasta entonces la mayoría de engaños consistían en falsas criaturas fantásticas que los feriantes usaban para atraer a un público inculto, pero pronto empezó a cambiar y pronto empezaron a tener utilidades políticas.

En el año 877, el Papa Juan VIII fue capaz de evitar un cisma con la iglesia de Oriente permitiendo que Foncio, patriarca ortodoxo de la época, siguiera en su cargo tras volver a aceptar el dogma católico y disculparse ante el pontífice tras haber acusado a Roma de manipular el credo con intereses propios. Esta mano blanda no gustó a muchos enemigos del Papa y comenzaron a circular rumores por el Vaticano que aseguraban que Juan VIII era “afeminado”. Se llegó incluso a afirmar que el Papa, durante uno de sus viajes, había dado a luz a un bebé durante un desfile, iniciando la leyenda de 'La papisa Juana'. El parto causó que fuera lapidada por el gentío enfurecido, cuando la realidad es que Juan VIII murió envenenado.

Trescientos años más tarde, el 24 de diciembre de 1144, caía ante las tropas musulmanas el condado de Edesa, el primer estado cruzado en formarse, al sur de la actual Turquía. Esta derrota fue muy dura para los cruzados, hasta tal punto que muchos reyes cristianos se plantearon olvidar la reconquista de la Tierra Santa. Pero entonces sucedió algo inesperado: el emperador bizantino Manuel I recibió una carta del legendario Preste Juan en la que mostraba su voluntad de ayudar en la guerra contra los enemigos de la Cristiandad. Según contaba la leyenda, el Preste Juan era un descendiente de uno de los Reyes Magos cuyo reino, se suponía, se extendía desde más allá de la India a las tierras en las que nacía el Sol. En la carta, el Preste describía sus fantásticas tierras, las criaturas fantásticas que las habitaban, como toros de siete cuernos o pájaros tan grandes que podían matar a un hombre con armadura, y de una fuente cuyas aguas, decía, proporcionaba la juventud eterna a quienes las bebían. El Papa Alejandro III, al oír de un reino cristiano más allá de las tierras conocidas, que soñaba con un reino cristiano global, escribió una epístola dirigida al Preste pidiéndole ayuda para los cruzados y envió a varios emisarios en búsqueda del reino. Jamás lo encontraron.

Aunque el autor de la carta es desconocido, la teoría más aceptada es que provenía de un clérigo que pretendía motivar a los ejércitos cristianos que luchaban por devolver a la Cristiandad la Tierra Santa. Lo logró. De hecho esta farsa tuvo tanto éxito que marco durante varios siglos la exploración europea de Oriente. Aventureros como Marco Polo aseguraron haber encontrado el reino, y cuando los portugueses llegaron al reino cristiano de Etiopía en el Siglo XV pensaron que estaban en las tierras del Preste Juan.

¿Llegó Marco Polo a China?
Precisamente uno de los aventureros que aseguró haber encontrado el reino del Preste, Marco Polo, puede ser el protagonista de una de las farsas más importantes de la edad media, sobre todo por que su leyenda aún llega hasta nuestros días. Según la sabiduría popular, Marco Polo es uno de los exploradores más importantes del mundo, viajó hasta China, donde se ganó el favor del gran Khan Kubai que le llegó a nombrar su emisario. Se le atribuye la introducción de la pólvora en Europa, aunque la realidad es que la primera vez que esta fue usada en el viejo continente fue en la Batalla de Niebla (Huelva), en 1262, cuando Polo tenía apenas ocho años.

Sin embargo, algunos historiadores creen que nunca llegó a viajar mucho más allá de los puestos mercantes de su familia en el Mar Negro. El argumento principal es una serie de omisiones que difícilmente no hubieran captado la atención a un viajero europeo. El despiste más evidente de Polo es que, a pesar de haber servido más de 17 años al Kahn viajando por China en diferentes misiones, jamás se fijó en la Gran Muralla que separaba las tierras de su señor del Imperio Mongol. Tampoco habla de la impresión xilográfica, entonces desconocida en Europa, y a pesar de dedicar varias páginas de su libro a describir las diferentes variedades de vino chino, no habla del té y omite que se come con palillos y tampoco menciona la costumbre de vendar los pies a las mujeres, algo que sí fascinó a viajeros europeos que llegaron a China posteriormente. Además en los exhaustivos archivos que se guardaban en la corte china no se habla en ningún momento de ningún emisario extranjero de ningún Kahn, si bien es cierto que sí aparece un emisario llamado Po-Lo.

Posiblemente el viajero veneciano, que tenía fama de exagerado ya que siempre aseguraba haber visto "millones de personas" o "millones de pájaros", no llegó a cruzar el Mar Negro, pero pudo haberse hecho con numerosa documentación sobre China gracias a sus tratos con los persas. Esto le pudo permitir describir el uso de la porcelana, el carbón o el papel-moneda, tres cosas desconocidas en Europa en tiempos de marco Polo. Sin embargo, para historiadores como Frances Wood es muy complicado imaginar como pudo alguien viajar hasta China y perderse todos los detalles que Marco Polo se perdió, aunque según dice la leyenda, estando en su lecho de muerte, su familia le preguntó por la realidad de sus viajes, a lo que él contestó que "no había contado ni la mitad de lo que vio".

Interrumpimos la emisión...
Uno de los engaños más sonados del siglo XX tuvo lugar el 30 de noviembre de 1938.
Aquella tarde, los oyentes que sintonizaron la CBS se toparon con lo que aparentemente era un programa musical normal y corriente, la orquesta de la cadena dirigida por Bernard Hermann (compositor de la mayoría de bandas sonoras de Hitchcock, incluida Psicosis). Pero la programación musical fue interrumpida por un informativo epecial en la que el "conocido astrónomo" Richard Pierson explica que unas misteriosas explosiones han sido detectadas en la superficie de Marte.

La música volvía a la CBS, pero só lo para ser interrumpidapoco después, esta vez para informar de una lluvia de meteoritos en Grover's Mill, Nueva Jersey. El reportero Carl Phillips describe como el meteorito se desenrosca para convertirse en una nave marciana. Antes de morir, el periodista pudo explicar a la audiencia como el vehículo se elevaba y lanzaba unos rayos que incineraban a la multitud.

En un clima político de tensión creciente, a sólo unos meses del estallido de la Segunda Guerra Mundial, una gran parte de la audiencia pensó que lo que estaba oyendo era real, y según revelaron estudios posteriores, muchos de los que habían escuchado sólo una parte del programa o de los que se habían enterado por terceros pensaban que se trataba de una invasión de la Alemania de Hitler, no de alienígenas. A pesar de los dos avisos, uno al comienzo de la transmisión y otro en el minuto 40, que indicaban que se trataba de una adaptación de la novela de H.G. Wells 'La guerra de los mundos' mucha gente escuchó únicamente este segmento. Aterrorizados, llamaron a amigos y familiares que, a su vez, avisaron de lo que sucedía a terceras personas, generando aún más pánico y confusión. El cliché se cumplió y la centralita de la policía se colapsó, igual que algunas de las carreteras de salida de la ciudad de Nueva Jersey.

Aunque la leyenda dice que el terror invadió el país, la realidad es que, en medio de una enorme confusión, poca gente hizo más que llamar a las autoridades y a sus familiares. Sin embargo, sí que hubo un lugar en el que el pánico se adueñó de todos. Fue en Concrete, en el estado de Washington. En el preciso instante en el que la radio narraba como los invasores avanzaban hacia el centro del país, un cortocircuito en una central eléctrica dejó sin luz a buena parte de los casi mil habitantes de la ciudad. El terror fue total: la gente sacó sus escopetas del baúl hubo quienes se atrincheraron en sus casas, otros huyeron a las colinas cercanas con sus familias y un hombre de negocios católico recorrió casi 65 kilómetros hasta la ciudad de Bellingham para encontrarse con su párroco y pedirle una última confesión. Por el camino paró en una gasolinera, que abandonó sin pagar ya que, según él, no tenía sentido porque "todos iban a morir".

Sin embargo, detrás de la invasión no estaban ni unos malvados alienígenas ni tampoco Adolf Hitler, quien estaba detrás era un joven de 24 años, nacido en Wisconsin, llamado Orson Welles que gracias a la fama lograda con este episodio fue fichado un año después por la RKO, uno de los principales estudios de la industria cinematográfica del momento, industria que revolucionaría en 1941 con Ciudadano Kane. Tras el revuelo causado por el programa, la CBS decidió prohibir el uso del "interrumpimos la emisión" con fines dramáticos.

No está claro si crear el caos que creó era la intención del genial director, sin embargo su programa, de escasa audiencia, competía en horario con 'Chase and Sanborn Hour' de la NBC, uno de los programas más escuchados del momento, y necesitaba un golpe de efecto si quería aprovechar sus descansos, en los que la audiencia solía cambiar de frecuencia de la misma manera que hoy hacemos zapping en la televisión. Lo consiguió.

Habrá quien crea que esto no podría ocurrir hoy en día, sin embargo algo similar sucedió recientemente en Bélgica. El 13 de diciembre de 2006 la RTBF interrumpió su programación, 'Questions à la une' un programa de investigación que emite cada miércoles la televisión pública, para anunciar que el Parlamento de Flandes acaba de votar a favor de su independencia: Bélgica se dividía. En el informativo se mostraban imágenes del rey Alberto II y su familia abandonando el país, la sede de la OTAN en estado de alerta, señales de tráfico con su traducción al francés tachada, incluso nacionalistas catalanes celebrando la secesión belga. Se entrevistaron a políticos y personajes conocidos que daban su opinión sobre el cambio político que estaba teniendo lugar. "Bélgica ha dejado de existir" anunció el presentador.

Igual que con 'La guerra de los mundos' , la emisión del programa generó una gran agitación y confusión entre la población, que una vez más volvió a colapsar centralitas, en este caso la de la televisión belga que emitía el reportaje, así como su página web. Muchos belgas llamaron a familiares y amigos del extranjero para explicar lo que supuestamente estaba ocurriendo. Estos, al no encontrar ninguna noticia, colapsaron también las líneas telefónicas de diversas embajadas belgas. La gente corrió a sacar su dinero de los bancos, incluso algunos soldados de permiso se personaron en sus cuarteles. Pasó casi media hora antes de que la cadena pública anunciara que todo aquello no era más que un montaje.

Según Philippe Dutilleul, director del terremoto televisivo, su intención era poner encima de la mesa un problema que en los últimos meses se había venido agudizando: el enfrentamiento entre los francos y los valones. "La gente se lo creyó, porque saben que puede suceder. La reacción muestra que hay una inquietud, que los francófonos realmente piensan que Flandes se puede escindir", afirmó unos días después Dutilleul.

Un gol a los medios
Sin embargo, no siempre que los medios publican una historia falsa como algo real es a propósito.

"El cosmonauta fantasma, un nombre misterioso para una profesión llena de secretismos". Así comenzó Iker Jiménez, el 11 de julio de 2006, la historia de Ivan Istochnikov un astronauta soviético desaparecido en el espacio junto a una perra llamada Kloka que le acompañaba.

El investigador de lo misterioso y su colaborador Gerardo Peláez hablaron de un astronauta soviético lanzado al espacio en 1968, a bordo de la nave Soyouz 2, y que se esfumó sin dejar rastro. Supuestamente, tras el fracaso de la misión, las autoridades rusas trataron de hacerlo desaparecer también de los documentos oficiales, eliminando al pobre Istochnkov de diversas fotos, "borrándolo de la historia". No contentos con especular incluso con una posible abducción extraterrestre, explicaron como el periodista que descubrió el caso, Mike Arena, consiguió contactar con la última persona que vio al cosmonauta fantasma, el piloto de la Soyouz 3. Sin embargo, 24 horas antes de encontrarse con Arena, el astronauta moría "misteriosamente".

Pero lo cierto es que nunca existió ningún Ivan Istochnikov, al menos ninguno que fuera ruso, astronauta y que desapareciera en "las inmensidades del espacio". Ivan Istochnikov es el nombre en ruso de Joan Foncuberta, el nombre de un conocido fotógrafo barcelonés conocido por sus montajes en los que mezcla realidad y ficción y que estaba detrás de la historia del misterioso cosmonauta.

De echo, la historia de "el cosmonauta fantasma", completamente ficticia, era el eje vertebrador de la exposición "SPUTNIK" que el catalán montó en 1997 para la fundación telefónica en la que mezclaba elementos reales, como documentación sobre los proyectos espaciales soviéticos y partes reales de antiguos satélites espaciales rusos con elemenos de ficción como la historia de Istochnikov, a quien daba vida el propio Fontcuberta. A pesar del tiempo transcurrido y de que el montaje es relativamente conocido (El Mundo ya publicó un reportaje como si fuera una historia real, pero con un aviso en la última página en la que avisaba de que todo era fantasía. Además, Fontcuberta fue premiado por este trabajo en el Festival de Fotografía Internacional Arlés) Iker Jiménez, seguramente sin contrastar la información, lo tomó como real y le dedicó seis minutos de su programa. En su rectificación, unos días más tarde, Jiménez calificó la exposición de "extraña, en la que fusionaban realidad y ficción, creando esta historia". "Desvelamos así la curiosa paradoja de Istochnikov, el cosmonauta fantásma que realmente es leyenda cósmica", sentenció el investigador de lo extraño.

Pero los bulos no sólo se les cuelan a los cazafantasmas y amantes de las teorías de la conspiración. En ocasiones, medios serios que gozan de una gran credibilidad también han visto como publicaban historias falsas.De la misma manera que Antena 3 dio por bueno el vídeo de las palomitas, la agencia EFE envió el 13 Marzo de 2007 una nota en la que aseguraban que un estudio, llevado a cabo por el Instituto Lovenstein, según el cual George Bush era el presidente americano con el coeficiente intelectual más bajo de los últimos 60 años, inmediatamente por debajo de su padre y de Ronald Reagan. El País, Cadena SER, 20 minutos, El Universal, incluso The Guardian se hicieron eco de la nota de EFE que resultó ser totalmente falsa.

En un comunicado, EFE atribuyó el origen de la información a Hugo Chaves, sin embargo el bulo era bastante más antiguo: ya circulaba por correo electrónico desde el año 2001.

El desmentido, todavía peor
En ocasiones, cuando surge un rumor, desmentirlo es todavía peor que ignorarlo.
Un periódico local publicó en una ocasión que los frutos secos que vendía la marca catalana Borges provenían de Ucrania. No habiendo transcurrido mucho tiempo desde el incidente de Chernóbil, la publicación aseguraba que el nivel de radiación que emitían los estos productos, concretamente los pistachos, eran mucho más alto de lo que permitía la ley, pudiendo llegar a tener graves efectos para la salud.

En un primer momento la información, totalmente falsa, apenas tuvo impacto. Sin embargo, el fabricante decidió emitir un comunicado desmintiendo la noticia. En ese momento las ventas de Borges se desplomaron.

Sin embargo, en el caso de bulos que ya se han extendido, el desmentido suele tener un impacto muy inferior al rumor original, incluso con sentencias judiciales a favor de por medio.
En caso de que un medio de comunicación haya publicado una noticia errónea, la rectificación, si la hay, suele ocupar un espacio muy inferior al descuido original.

Necesidades sociales
Según el Dr. Ferrán Saez, profesor de la Universidad Ramon Llull, la aparición de estos fenómenos responde a una necesidad por parte de la gente de escuchar ciertas historias. "Si yo entro en Internet y digo que hay un árbol que no hace la función clorofílica, lo más probable es que a la mayoría de gente le de igual, pero si yo saco una historia sobre uno teléfonos con los que puedes hacer palomitas, todo el mundo me escuchará porque en cierta manera hay una sensación de abuso con los teléfonos".

De esta manera, el bulo que publicó EFE sobre Bush respondería a la necesidad de una parte de la sociedad de explicar porqué se tomó la decisión de invadir Irak o cualquiera de las muchas políticas del expresidente que no tenían el apoyo de la mayoría de la población, de la misma forma que la tensión previa al estallido de la Segunda Guerra Mundial facilitó el ataque de histeria colectivo que causó "La Guerra de los Mundos" y las crecientes diferencias entre francos y valones hicieron lo propio en Bélgica, o la necesidad de un clavo ardiendo hizo que los cristianos creyeran y se aferrasen la carta del Preste Juan. "Las leyendas urbanas, los bulos y los chistes van todos en el mismo saco. Son lo que la gente necesita y quiere oír, son síntomas de que algo está ocurriendo. Por ejemplo, a finales de los años 20 se extendió por España el rumor de que Alfonso XIII era gitano. Es cierto que tenía la piel más oscura que sus parientes, pero gitano en aquel momento era un insulto terrible. No es casualidad que poco tiempo después llegara la República. No es que tenga una relación causal, pero sí es una muestra de que algo está cambiando".

Estos fenómenos, su aparición y el hecho de que la gente se los crea pone de manifiesto la fragilidad de nuestro sentido crítico. Cuando la gente escuchó en la radio que nos invadían los extraterrestres, se lo creyeron porque lo decía la radio, y la radio no puede equivocarse, de la misma manera que es indudable que el grano de maíz se ha convertido en una palomita cuando los móviles han sonado, el vídeo no engaña. Si en un museo de historia natural nos dicen que una vez existieron elefantes voladores, nos lo creemos porque es un museo, y los museos son un templo del saber. Sin embargo, la radio engaña. El vídeo engaña. Es más, puede ser que todo lo que acaba de leer no tenga ni una palabra de verdad.

1 comentario:

  1. Te has olvidado del bulo de Esperanza Aguirre confundiendo a José Saramago con Sara Mago. Ella misma desmintió en varios periódicos hace años que esa conversación hubiera ocurrido. Pero yo sigo a día de hoy escuchando a gente que dice que vio el programa de televisión o que escuchó la emisión de radio donde le hacían la entrevista.

    Lo cierto es que Esperanza Aguirre gozaba en el momento de difusión del bulo de muy mala prensa, y el efecto que tu explicas de necesidad de soliviantar una inquietud anterior convirtió al bulo en uno de los más populares que he oído. Y no ayudó el hecho de que ya hubiera metido la pata con santiago Segura...

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